La participación psíquica en los enfermos asmáticos y su influencia sobre la sintomatología, se conoce desde las observaciones clínicas de Laenec y Trousseau.
Todo médico que haya tenido ocasión de tratar con enfermos asmáticos, habrá podido comprobar lso súbitos agravamientos de la tos espasmódica o la disnea que puede llegar al estado de "mal" sin otra causa evidente que no sea una situación de conflicto emocional.
Se reconoce en la actualidad la complejidad del síndrome asmático, como así también la multiplicidad de factores que actúan como desencadenantes de una crisis, al punto que se considera a cada asmático como un caso especial para su enfoque terapeútico.
No obstante la individualidad de cada caso y al márgen del problema alérgico, es notable la coincidencia en la mayoría, de la especial personalidad emocional del asmático.
En los momentos actuales en que se habla de neurosis, angustias y tensiones propias de la vida moderna, vemos que el asmático no escapa a la regla y muy por el contrario dichas tensiones encuentran un terreno propicio en la personalidad de los mismos, las que unidas a la angustia propia de los síntomas contribuyen a crear un estado especial de contractura muscular que a manera de círculo vicioso van facilitando situaciones generadoras de nuevas crisis.
El asmático ,durante la crisis, respira con frecuencia con una fuerza muscular acentuada y un trabajo respiratorio elevado, empeorando su situación. Basta la simple relajación y la superación de la angustia para excluir el intenso esfuerzo espiratorio.
La reacción asmática es padecimiento de etiología múltiple, de aparición en cualquier edad, muy frecuente y en aumento constante en la actualidad. Tiene una extraordinaria importancia médico-social por la variedad de factores que intervienen en su mecanismo y por las repercuciones socio-económicas a que da lugar.
Este síndrome caracterizado por disnea paroxística, que invalida al paciente para ejecutar cualquier actividad en los períodos de crisis, tiene una serie de matices que los deslindan claramente de otras patologías del aparato respiratorio: su agudez, su reversibilidad, su dramatismo y su incidencia en cualquier edad y sexo.
No podemos dejar de considerar al hombre como un conjunto psicofísico interdependiente. Esta realidad nos motivó para realizar estudios psicológicos en un núcleo bastante amplio de enfermos, en los que era evidente la influencia emocional, sobre todo cuando los procedimientos tradicionales y los nuevos fallan o a veces, cuando aparece un episodio agudo, sin una evidente explicación orgánica, luego de muchos años de disminución o aparente desaparición de la enfermedad.
En los casos investigados queda vigente la importancia del shock emocional sobre un tipo especial de personalidad, sensibilizada psiquicamentehacia el miedo, la pérdida de afectos o la agresión.
Naturalmente estos factores no tienen ña misma entidad en todos los pacientes, por lo tanto a nuestro juicio, se deben establecer dos grandes grupos:
Enfermos asmáticos con marcada inestabilidad psíquica.
Todos los demás asmáticos, de cualquier etiología, sin que la historia clínica, pruebas diagnósticas y test proyectivos permitan sospechar una alteración evidentede su psiquismo, pero en los que por las características peculiares de esta enfermedad, existe siempre un disturbio psíquico secundario.
La sensación de enorme dificultad para respirar es una de las más angustiosas que se presenta en la patología e influye cosiderablemente en el ánimo del paciente.
Por otra parte, también se establece una alteración del medio familiar que rodea al enfermo y que en mi experiencia pasa por dos etapas: primero los familiares temen la situación, se asustan, sobreprotejen al paciente, deteriorando de esta forma más aún su afectividad y equilibrio, su dependencia. En la segunda etapa, las experiencias de las reiteradas crisis, lleva a los familiares del enfermo al camsancio y a veces, indiferencia ante la situación, con lo que el paciente se ve abandonado de sus seres queridos y padece ahora de esa actitud defensiva ambiental, inadecuada, que empeora indudablemente su status o conjunto Yo- Enfermedad- Familia- Afectividad, pudiendo asistirse en muchos casos a una auténtica ruptura con su medio familiar; el enfermo concurre solo al médico, la enfermedad ha perdido dramatismo e interés para sus familiares, y el paciente espera únicamente de "su médico" auxilios en todos los campos.
FUENTE: Dr. Juan Carlo Amatucci
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excelente¡comentario
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